La vejez en Bogotá, caminos hacia la dignidad
En el año 2014 se institucionalizó, por medio del Acuerdo 564 del Concejo Distrital, el mes de agosto como el de la vejez en Bogotá. Este acuerdo busca hacer un reconocimiento a las personas mayores y promover la toma de conciencia frente al proceso de envejecimiento de todos los habitantes de la ciudad. En este sentido, se da respuesta a los mandatos internacionales dirigidos a fomentar la participación activa de las personas mayores y promover un envejecimiento activo y digno.
Con motivo de la ocasión, y acorde a la visión y estudios adelantados por el Observatorio de Desarrollo Económico de la Secretaria Distrital de Desarrollo Económico, se presenta la siguiente nota editorial, estableciendo un diagnóstico actual de la población adulta mayor en lo relacionado con los aspectos del desarrollo económico, las relaciones con el mercado laboral y el acceso a una pensión digna. Aunque se mencionan otros aspectos inherentes a la calidad de vida de este grupo poblacional, el eje central de la nota será evaluar los parámetros esenciales a tener en cuenta para una jubilación y pensión digna, y un enriquecimiento y aprovechamiento del tiempo libre.
Dicho lo anterior, en la primera parte de esta nota se realiza un diagnóstico de la población adulta mayor con relación a las condiciones del mercado laboral actual y las condiciones de pensión y jubilación. Este punto se complementa en la segunda parte con un diagnóstico del uso del tiempo de la población mayor, con el fin de darle una visión más amplia al concepto de riqueza de tiempo y aprovechamiento del tiempo libre. Por último, se realiza una reflexión sobre el camino hacia una pensión digna, al margen de las reformas pensionales.
De los aspectos demográficos, la información de la población mayor evidencia un importante crecimiento en la participación de la población mayor de 60 años respecto a la población total; este fenómeno de envejecimiento también se percibe en Colombia, Latinoamérica y el mundo.
Dentro de la estructura poblacional, en Bogotá residen 800 mil personas mayores de 60 años, de las cuales, 65,7% no trabaja ni está interesada en hacerlo. Del total, 57% de las personas no está afiliada a un fondo de pensiones (más de 450 mil personas), resultado que es muy preocupante dado que, en la actualidad, solo 40,7% recibe una pensión, y la proporción de personas mayores que reciben ingresos por conceptos de arriendo, préstamos, ayudas estatales o familiares, es muy ínfima.
Por lo tanto, un logro del gobierno de la Bogotá Humana ha sido ampliar en 150% la cobertura de las personas que reciben una ayuda de bono pensional y 26% el monto individual recibido. Aunque muchas personas mayores en la ciudad aún están sin estas ayudas, es necesario que los gobiernos locales y las ciudades amplíen y profundicen estos subsidios en pro de la dignidad. Primero, porque la vejez no es una elección, y segundo, porque las ciudades no se pueden quedar de brazos cruzados a la espera de una reforma pensional.
Situación actual
Según el Banco Mundial, la esperanza de vida al nacer indica la cantidad de años que viviría un recién nacido si los patrones de mortalidad vigentes al momento de su nacimiento, no cambian a lo largo de la vida del infante. Aunque este es un parámetro de calidad de vida de las personas, también nos muestra señales de los retos de la política pública para afrontar en el futuro cercano la vejez.
En Bogotá, la esperanza de vida al nacer en los últimos años ha mostrado un crecimiento importante en la última década, pasando en 1998 de 72 años a 78 años en 2013 (según cifras del DANE), producto de la ejecución de políticas públicas sociales que han mejorado, sobre todo en los últimos cinco años, la calidad de vida de las personas.
Gráfica 1. Esperanza de vida al nacer en Bogotá, 1998-2013 (años)
Fuente: DANE- GEIH, 2015
Estas mejoras en calidad de vida, aunque signifiquen un gran logro alcanzado en materia de política social, a su vez representan un reto para el Estado Social de Derecho, sobre todo para la población adulta mayor, más en el estado actual donde existe una alta precariedad informal, un sistema pensional mercantilizado y al menester de las dinámicas del sector financiero.
En Bogotá, según los datos del DANE, viven alrededor de 800 mil personas mayores de 60 años a 2014, de los cuales 43% son hombres y 57% son mujeres. Hace cinco años la población de la tercera edad representaba 8,7% de la población de Bogotá; hoy en día ese porcentaje es 10,3%, lo que muestra signos de un importante crecimiento dentro de un corto periodo de tiempo.
Este fenómeno demográfico no solo ocurre en la ciudad, también en las principales ciudades del país, latinoamérica y el mundo en general. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la actualidad existen aproximadamente 700 millones de personas mayores de 60 años en el planeta, y según estimaciones a 2050, esta población será de 2.000 millones de personas, es decir, más del 20% de la población mundial. A medida que la esperanza de vida crece, las recomendaciones de los organismos multilaterales es prestar mayor atención a las necesidades particulares de las personas de edad y los problemas a que se enfrentan muchas de ellas. [1]
A nivel territorial, la reciente Encuesta Multipropósito realizada en Bogotá en 2014 (EMPB-2014), permite ilustrar cuáles son las localidades con mayor proporción de personas adultos mayores respecto a su población total. Lo anterior, si se tiene en cuenta que la territorialización demográfica contribuye a una mejor focalización de las acciones de política pública para estas poblaciones [2].
Gráfica 2. Proporción de personas mayores de 60 años respecto a la población total, por Localidades, Bogotá, 2014 (%)
Fuente: DANE- EMPB-2014.
Según la EMPB-2014, las localidades con mayor proporción de adultos mayores en Bogotá, son localidades ubicadas espacialmente en el centro de la ciudad. Como se observa en la gráfica 2, la principal concentración de adultos mayores se ubica en Teusaquillo, Barrios Unidos, Chapinero y La Candelaria. Por su parte, Bosa, Ciudad Bolívar y Usme, son las localidades con menor proporción de población mayor respecto al total de su población.
Es por esto que reconocer donde vive nuestra población mayor en la ciudad es el principio para tomar acciones para afrontar todo tipo de problemáticas. Estas problemáticas en la población mayor pueden surgir de muchas aristas sociales, algunas producto de un proceso histórico vivido desde la edad adulta, y otras se configuran en la misma edad mayor: el abandono familiar, la falta de ingresos, el abandono estatal, carencia de ingresos y enfermedades crónicas, factores que pueden repercutir seriamente en problemas como la pobreza, indigencia, e incluso llegar a decisiones extremas como el suicidio.
Pasando al plano de las cifras, en el árbol demográfico de la ciudad, en la población mayor de 60 años es muy importante mencionar que aún existen personas que se encuentran vinculadas al mercado laboral. Personas que por una u otra razón necesitan de un ingreso o se ven afectadas por los cambios de las reformas pensionales en el país, que, dicho sea de paso, más allá de un cambio estructural, han promovido un aumento de la edad de jubilación, en un mercado altamente dominado por condiciones de informalidad y subempleo.
Gráfica 3. Estructura del mercado laboral de la población mayor de 60 años, Bogotá. 2014
Fuente: DANE- GEIH, 2015
Al observar la gráfica 3, se percibe que el principal problema de política pública, en orden de prioridades, no es el tema del mercado laboral y su relativa inserción al mercado, pues la tasa de inactividad [3] de las personas en este rango poblacional es relativamente alta (65,7%). No obstante, en los últimos cinco años, la participación en el mercado, medida por el indicador de tasa global de participación, para este rango poblacional ha aumentado 10 puntos porcentuales, lo que evidencia señales de un fraccionamiento del mercado laboral en contraste con los derechos de pensión y jubilación digna.
Las personas mayores de 60 años involucrados en el mercado laboral, básicamente se ubican en el sector de comercio y restaurantes; servicios; y actividades inmobiliarias; obteniendo un ingreso promedio mensual de 922 mil pesos.
Otro indicador es el desempleo. En 2014 la tasa de desempleo de la población mayor de 60 años en Bogotá fue 6,7%, un resultado que aunque positivo, aún mantiene a una gran parte de la población mayor de 60 años que debería estar pensionada o disfrutando de su jubilación, pero que desea o debe buscar un trabajo.
Por otra parte, la Gran Encuesta de Hogares también permite identificar otros ingresos recibidos por la población adulta mayor como lo son los arriendos, las pensiones, las ayudas familiares y estatales.
En este sentido, para 2014, y teniendo como referencia el mes anterior a la realización de la encuesta, 22,4% del total de las personas en este rango etario recibió dinero por concepto de arriendo, cuyos montos en promedio fueron de 777.500 pesos mensuales. De igual manera, 40,7% de esta población recibe en la actualidad un monto en dinero derivado de una pensión o jubilación por vejez, cuyo monto mensual, para Bogotá, es en promedio de un millón 194 mil pesos, aproximadamente. Por último, solo 0,5% de la población recibe montos por pensión de alimentación por paternidad, divorcio o separación.
Gráfica 4. Personas mayores de 60 años que reciben otros ingresos en dinero por pensión o ayudas, Bogotá. 2014. (%)
Fuente: DANE- GEIH, 2015
Además de lo anterior, las ayudas externas a las personas de la tercera edad no son de mayor cobertura. Por ejemplo, en los últimos doce meses (referencia de la encuesta), 9,8% de las personas adultas mayores recibe dinero de otros hogares o personas residentes en el país; 1,7% recibe dinero de otros hogares o personas residentes fuera del país; y 7,5% ayuda en dinero de instituciones del país o de fuera del país.
Por el lado de las personas mayores de 60 años, que no trabajan, y no están disponibles ni están buscando algún trabajo, se perciben distintas particularidades como las siguientes:
Respecto a la seguridad social, del total de personas adultas mayores, 97% se encuentra afiliado al sistema de seguridad social en salud, y de estas, 71% está afiliada al régimen contributivo, 21% al régimen subsidiado y 8% a un régimen especial (Fuerzas Armadas, Ecopetrol, universidades públicas).
Ahora bien, respecto a las condiciones de pensión y jubilación, la situación es distinta: del total de este grupo de personas en la ciudad, 57% no está afiliado actualmente a un fondo de pensiones, 42% ya es pensionado, y 1% si está afiliado. Como se observa, el resultado proporcional de las personas que ya están pensionadas, es coherente con las personas que reciben un monto de dinero de pensión por vejez.
Por su parte, teniendo en cuenta otros aspectos de las personas que ya superaron los 60 años, según la GEIH, 82% de las personas que indicaron trabajar alguna vez en su vida por dos semanas consecutivas, llevan más de 5 años sin trabajar, porcentaje que se ha mantenido en este rango, durante los últimos cinco años.
Al indagar la razón principal por la que dejaron de trabajar, 32% lo hizo por jubilación o retiro; 25% por enfermedad o accidente y 22% por responsabilidades familiares.
Gráfica 5. Razones principales para dejar de trabajar en las personas mayores de 60 años que no trabajan ni desean conseguir un empleo, Bogotá. 2014. (%)
Fuente: DANE- GEIH, 2015
En los últimos cinco años en la ciudad, observando las proporciones, estas razones se han mantenido invariables, sin embargo, aunque la cobertura de afiliación en salud es alta, la de pensión por jubilación no lo es tanto, en donde, muy posiblemente, situaciones como personas de la tercera edad enfermos, o sin ninguna recepción de ingresos (ver gráfica 4), pueden ser el detonante de riesgos para una vejez indigna y sin el pleno ejercicio de los derechos.
Adicionalmente, es indispensable generar desde el Estado políticas en pro de la vejez y el envejecimiento digno para la persona, y no incentivos directos e indirectos para que laboren. En efecto, la garantía de una política laboral debe tener como objeto el paso de las personas de la tercera edad que hoy se encuentran en el mercado laboral a programas sociales en manos del estado o de los entes locales.
Uso del tiempo de los adultos mayores
Una política de atención a personas de la tercera edad en materia de reconocimiento de derechos debe tener distintos componentes tanto sociales (salud, calidad de vida,) así como económicos (ingresos). Además, existe un factor clave que permite la permanencia de las personas en estos planes o programas sociales, el cual es enriquecer el tiempo libre de las personas. Por consiguiente, es muy importante crear planes complementarios para que las personas, a pesar de estar recibiendo dotaciones de salud e ingresos, no caigan en situaciones de aburrimiento por la simple “inactividad”.
Es por esto que una política de uso del tiempo libre debe ser un componente esencial para cualquier programa de atención para la vejez y el envejecimiento digno. De hecho, todo debe partir de un riguroso diagnóstico sobre los posibles aprendizajes deseados de las personas en esa edad, además, de su situación actual.
Sobre la información de uso del tiempo, en los meses de agosto de 2012 y julio de 2013, se realizó por primera vez en todo el país la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo que permitió, entre otros aspectos, observar cómo emplean el tiempo las personas. En efecto, según los rangos establecidos por la metodología de la encuesta, también se pudo conocer el diagnóstico de las personas adultas mayores en Bogotá y su día a día.
La medición del uso del tiempo tiene tres indicadores claves para entender su análisis: 1) la participación de las personas en determinada actividad, 2) el tiempo incurrido por la persona cuando realiza determinada actividad (tiempo promedio por participante), y 3) el tiempo de todas las personas realice o no esa actividad (tiempo promedio poblacional).
Para mayor entendimiento y abarcando los resultados para la población mayor de 65 años en la ciudad, en un día promedio (de lunes a domingo), 14,5% de las personas en este rango de edad participa en el mercado de producción de bienes y servicios, donde en los hombres esta participación es 24,3% y en las mujeres 9,8%. Efectivamente, el indicador de tiempo promedio por participante establece que las personas que participan laboralmente en la economía emplean siete horas y 54 minutos realizando dichas actividades (comprende trabajo y traslados). Este tiempo es inferior a los jóvenes (nueve horas y 32 minutos) y los adultos entre los 25 y 64 años (10 horas y cinco minutos).
Respecto a las actividades de cuidado o no remuneradas dentro del hogar, se percibe en la edad mayor adulta que cocinar, limpiar la vivienda, lavar los platos, estar pendiente de otros miembros del hogar, y las compras de alimentos y de otros artículos para el hogar son, en su orden, los de mayor participación en el diario vivir de esta población.
Cuadro 1. Participación (%) y tiempo promedio (hh:mm) de participante en las actividades de suministro de alimentos, personas mayores de 65 años, Bogotá, agosto 2012- julio 2013
Fuente: DANE- Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, agosto 2012- julio 2013
En la actividad de cocinar, en un día promedio, 50,5% de la población mayor a 65 años cocina o prepara los alimentos en su hogar. Cuando es así, dedica una hora y 40 minutos, 12 minutos más que las personas en el rango de 25 a 64 años, y 32 minutos más que los jóvenes.
Cuadro 2. Participación (%) y tiempo promedio (hh:mm) de participante en las actividades de mantenimiento de la vivienda, personas mayores de 65 años, Bogotá, agosto 2012- julio 2013
Fuente: DANE- Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, agosto 2012- julio 2013
En el cuidado de la vivienda, barrer y trapear, es la principal actividad. 51,8% de las personas mayores de 65 años realiza esta actividad en un día promedio. Cuando barren, trapean o tienden la cama, demoran una hora y ocho minutos, el mismo tiempo que las personas de 24 a 64 años.
Cuadro 3. Participación (%) y tiempo promedio (hh:mm) de participante en las actividades de mantenimiento de vestuario, personas mayores de 65 años, Bogotá, agosto 2012- julio 2013
Fuente: DANE- Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, agosto 2012- julio 2013
18,3% de la población mayor de 65 años en Bogotá realiza labores de lavado y planchado de ropa en su hogar, en un tiempo de una hora y 33 minutos, el mismo tiempo que incurren las personas de 25 a 64 años.
Cuadro 4. Participación (%) y tiempo promedio (hh:mm) de participante en las actividades de compras del hogar, personas mayores de 65 años, Bogotá, agosto 2012- julio 2013
Fuente: DANE- Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, agosto 2012- julio 2013
25,6% de las personas de la tercera edad en Bogotá compra artículos del hogar, en especial, alimentos y ropa, en un tiempo de 48 minutos, cuatro minutos más que las personas en el rango de 25 a 64 años, siete minutos más que los jóvenes de la ciudad.
Ahora, en el tema de pago de facturas y hacer trámites, tanto la participación como el tiempo por participante, es mucho mayor respecto a otros grupos etarios.
Cuadro 5. Participación (%) y tiempo promedio (hh:mm) de participante en la actividad de estar pendiente a otros miembros del hogar, personas mayores de 65 años Bogotá, agosto 2012- julio 2013
Fuente: DANE- Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, agosto 2012- julio 2013
Aunque la participación no es tan alta (27,6%), cuando una persona se encuentra pendiente de otra persona del hogar, puede incurrir cinco horas y 31 minutos en el día.
Actividades personales
El uso del tiempo en actividades personales para las personas de la tercera edad es una reflejo aproximado de cómo distribuye el tiempo libre este grupo poblacional. Para empezar, las actividades de cuidado personal son las de mayor participación. Dormir y comer lo hacen todas las personas mayores de 65 años en Bogotá.
Cuadro 6. Participación (%) y tiempo promedio (hh:mm) de participante en la actividad de cuidado personal, personas mayores de 65 años, Bogotá, agosto 2012- julio 2013
Fuente: DANE- Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, agosto 2012- julio 2013
Estableciendo unos contrastes, las personas de más de 65 años demoran comiendo once minutos más que las personas de 24 a 65 años. Respecto a descansar, sin hacer nada más, mientras 45,7% de los adultos mayores se toma el tiempo un momento en el día para descansar, en el promedio de la ciudad, esta proporción es de 19%.
En las actividades de ver televisión y escuchar radio o música, las personas mayores de 65 años tienen mayor registro de tiempo que otras personas de menor edad. La desventaja de este grupo de población es para el chat o navegar en internet, donde la participación (5,2%) es muy inferior al promedio de la ciudad (27%).
Cuadro 7. Participación (%) y tiempo promedio (hh:mm) de participante en la actividad de uso de medios, personas mayores de 65 años, Bogotá, agosto 2012- julio 2013
Fuente: DANE- Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, agosto 2012- julio 2013
Además, es de destacar que en la lectura de libros o revistas, las personas adultas mayores participan más que los jóvenes y que los adultos. Mientras éstos dedican una hora y 17 minutos, lo jóvenes de la ciudad solo invierten en lectura 55 minutos en un día promedio.
Cuadro 8. Participación (%) y tiempo promedio (hh:mm) de participante en la actividad de vida social, personas mayores de 65 años, Bogotá, agosto 2012- julio 2013
Fuente: DANE- Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, agosto 2012- julio 2013
75,8% de las personas mayores de 65 años en Bogotá charla, conversa y aconseja a las demás personas del hogar. Curiosamente, esta no es la participación más alta respecto a otros rangos poblacionales, donde la participación en esta actividad es de 83% para jóvenes y 81% para las personas de 24 a 65 años.
Cuadro 9. Participación (%) y tiempo promedio (hh:mm) de participante en la actividad de vidas religiosa, personas mayores de 65 años, Bogotá, agosto 2012- julio 2013
Fuente: DANE- Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, agosto 2012- julio 2013
Después de dormir, comer, asearse, ver televisión y conversar con miembros del hogar; ir a misa o a un culto, rezar u orar con carácter religioso, es la actividad donde mayor participación tienen las personas mayores de 65 años en la ciudad. 61,7%, en un día promedio, participa en esta actividad, alto, respecto al 32% del promedio de la ciudad y 18% de los jóvenes.
Cuadro 10. Participación (%) y tiempo promedio (hh:mm) de participante en la actividad de vidas cultural y deportiva, personas mayores de 65 años, Bogotá, agosto 2012- julio 2013
Fuente: DANE- Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, agosto 2012- julio 2013
La principal actividad deportiva y cultural que realizan las personas de 65 años en la ciudad es la práctica de algún deporte, donde la participación alcanza 15,2%. Esta participación respecto a otros grupos poblacionales es mayor al promedio de la ciudad (10,2%) y casi el doble que los jóvenes (8,6%).
Bogotá, reforma pensional y subsidios para la vejez
Hablar de reforma pensional hoy en día es hacer un balance de dos décadas de fracaso, de inequidad, de vulneración de derechos para la población de la tercera edad, así como, de cantidad de investigaciones, libros, debates, propuestas sobre el tema, etc. Sin embargo, desde la ley 100 de 1993, hasta el mismo proyecto de reforma pensional del gobierno establece que mejorar las condiciones para una vejez y un envejecimiento digno en el país han sido difíciles de lograr.
Las leyes impuestas que erigieron un modelo de jubilación en la década del 90, sustentado en un sistema de prima media y de ahorro individual con solidaridad, fueron dejando a su paso una inequidad latente en el sistema. Según Arrieta (2011), la prima media benefició a la población con mayor ingreso, recibiendo privilegios y dejando un alto costo fiscal en detrimento de la equidad. A la par, el mercado laboral era más flexible, y esa solidaridad era cada vez más nula.
Tras el paso del tiempo, los cambios políticos, sociales y demográficos del país iban por una dirección y las reformas por otra. La ley 797 de 2003 y la reforma pensional de 2005 no acabaron con el problema de raíz. La primera, entre otros aspectos, hizo que se aumentara el tiempo mínimo de cotización, y la segunda, acabó con los regímenes de transición y especiales, excepto, el régimen del Presidente de la República y de las fuerzas militares; además, obligó a afiliarse a todos los trabajadores independientes al sistema.
Pero la sociedad de hoy no es la joven sociedad de los 80 y 90. Efectivamente, mientras que en Bogotá la población de la tercera edad representaba 6,4% del total en 1990, hoy en 2015 ese porcentaje es 11,5%, y las proyecciones demográficas evidencian un mayor crecimiento de esa participación. Además, el mercado laboral, marcado por lógicas de informalidad y subempleo no es, y nunca ha sido la base para lograr una pensión digna y una vejez con derechos.
Teniendo en cuenta lo anterior, valdría la pena entonces preguntarse lo siguiente: ¿Qué hacer con las personas de la tercera edad mientras no exista un cambio estructural en el sistema pensional?. Las sociedades de hoy en día no pueden ser ciegas ante este problema social: una vejez sin derechos y sin una pensión digna. En efecto, las ciudades, como entes territoriales descentralizados, no pueden quedarse de brazos cruzados esperando una reforma pensional, por ende, deben tomar acciones y estrategias de política local para menguar la crisis del sistema.
En este sentido, Bogotá ha elegido como camino de las ayudas en bonos pensionales que aunque beneficioso para una gran parte de la población de adultos mayores, necesita de mayor cobertura y fuentes de financiación.
Gráfica 6. Personas mayores con bono pensional y montos individuales recibidos. Bogotá, 2011 y 2014. (Personas y pesos)
Fuente: SDIS, 2015
Uno de los logros de la Bogotá Humana ha sido incrementar en 150% en estos últimos tres años la cobertura de las personas con bono de ayuda pensional y en 26% el monto en dinero entregado. Sin embargo, como se mostró , con una población de 800 mil, y donde 57% no está afiliado a un fondo de pensiones, se necesita dentro de plazos muy cortos ampliar la cobertura y el monto de los bonos de apoyo social.
Recientemente, dentro de los comunicados de la Alcaldía Distrital, se han planteado alternativas con relación al uso de los excedentes que producen los Fondos de Desarrollo Local, creados desde i la década del 90 con el propósito de recibir los recursos aportados a la localidad, financiar la prestación de los servicios y la construcción de las obras de competencia de las juntas administradoras.
Esta idea de carácter Distrital de usar los excedentes fiscales públicos, no tiene nada de descabellado y puede ser el punto de partida para transformar la visión nacional que se tiene sobre los recursos públicos y su destino social. No en vano, Bogotá ha logrado disminuir la pobreza monetaria y multidimensional a niveles históricos gracias a sus políticas sociales, y ha sido un modelo exitoso de ayuda y atención a la población adulta mayor.
Ahora bien, como no todo redunda en la percepción de los ingresos, es importante crear lineamientos claros de una política pública de uso del tiempo libre, que diferencie las acciones en función de las actividades realizadas por los niños, jóvenes, adultos y sobre todo, adultos mayores.
Finamente, se puede decir que Bogotá va por buen camino, ya que la apertura de los Centro-Día en las distintas localidades (14 hasta marzo de 2015), es un espacio de protección social que contiene aspectos de alimentación, desarrollo de actividades cognitivas, lúdica, etc. Quizás, falta profundizar diagnósticos del uso del tiempo a nivel local que permita ver en campo las necesidades de tiempo de las personas como también identificar las distintas formas en las que se puede aprovechar el tiempo libre.
Conclusiones
Pensar en el adulto mayor parece no estar dentro de las prioridades de muchos hacedores de política pública. Por lo general, todo lo referente a esta población recae en las acciones emprendidas desde la política social y de caridad. Sin embargo, los efectos de un mal diseño de política económica en materia laboral y social en las nuevas generaciones repercutirán en la población mayor en unos años. Ser permisibles con modelos de flexibilización laboral, sin ningún criterio de protección social, causaría situaciones de pobreza, miseria e indigencia en un futuro no muy lejano; adicional a los enormes costos fiscales para el Estado.
Lo que se evidenció dentro de la estructura poblacional es que en Bogotá residen aproximadamente 800 mil personas mayores de 60 años, de las cuales, 65,7% no trabaja ni está interesada ni desea trabajar. Del total, 57% de las personas no está afiliada a un fondo de pensiones, resultado que es muy preocupante dado que, en la actualidad, solo 40,7% recibe una pensión, y la proporción de personas mayores que reciben ingresos por conceptos de arriendo, préstamos, ayudas estatales, o ayudas familiares es muy ínfima
Al pensar quién debería encargarse del adulto mayor hoy en día desprotegido de pensión y jubilación digna, la respuesta inmediata debe ser del mismo Estado. La respuesta a esto es con la creación de políticas asistenciales, que involucren al gobierno nacional y a las ciudades como ente ejecutor local. En eso Bogotá ha mostrado avances , ya que se ha ido aumentando, en el programa de ayudas en bono pensional, la cobertura en más de 150% en los últimos tres años, y en 26% el monto percibido. El reto, aumentar la cobertura y lograr más recursos de distintas fuentes fiscales.
Notas
[1] http://www.who.int/topics/ageing/es/
[2] No se especifican datos absolutos para no confundir al lector con dos datos de población para Bogotá. Estadísticamente, las encuestas GEIH y Multipropósito no tienen el mismo marco metodológico, diseño muestral y periodos de referencias.
[3] Entiéndase inactividad como una definición netamente de la estadística laboral, que involucra a aquellas personas que por distintas razones no trabajan, ni buscan, ni desean conseguir un trabajo.
Referencias
Acuerdo 564 de septiembre de 2014. “Por el cual se institucionaliza la celebración del mes del Envejecimiento y Vejez en Bogotá D.C.”
Arrieta, Cristina I. (2011). Las reformas del sistema pensional colombiano. Análisis 5. Resumen Ejecutivo. Friedrich Ebert Stiftung en Colombia. Diciembre de 2011.
Diagnóstico actual de la población adulta mayor en lo relacionado con los aspectos del desarrollo económico, las relaciones con el mercado laboral y el acceso a una pensión digna