¿Qué tipo de Inversión Extranjera Directa requiere Bogotá? El panorama regional, nacional y local de la IED
¿Qué tipo de Inversión Extranjera Directa requiere Bogotá?
El panorama regional, nacional y local de la IED
En América Latina, como consecuencia de la adopción del modelo de internacionalización en la década de los 90, los flujos de Inversión Extranjera Directa –IED– se dispararon. En años recientes, dichos flujos registraron fuertes caídas como consecuencia de la crisis económica de los países desarrollados, y tras la sutil recuperación, los flujos de inversión han entrado nuevamente en una fase de ascenso, en los últimos tres años.
En Colombia la tendencia histórica ha estado relacionada directamente con lo sucedido en América Latina. En 2012, el país se constituyó en el tercer receptor de IED en la región, participando con 9.3% del total de flujos de inversión, luego de Brasil y Chile, que lo hicieron con 39% y 18.1%, respectivamente. La composición sectorial de estos flujos, que ha cambiado de manera considerable en los últimos veinte años, presenta hoy en día una distribución en la que algunos sectores, entre ellos la industria manufacturera, han cedido terreno frente a las inversiones orientadas al sector de hidrocarburos.
En Bogotá se han hecho esfuerzos por promover la entrada de IED, sin embargo, la información que se consigna en los registros administrativos (balanza de pagos del Banco de la República) no es suficiente para generar información regional precisa que permita medir la IED, para la ciudad. Sin embargo, es posible constatar que Bogotá se encuentra bien posicionada internacionalmente, en lo relacionado con el clima de negocios y la atracción de inversiones. En 2013, por ejemplo, Bogotá se mantuvo entre las diez mejores ciudades para hacer negocios en América Latina, ocupando el octavo lugar del ranking global y el quinto lugar en el ranking de poder de marca, según la revista América Economía. De forma similar, Bogotá se ubicó como la quinta ciudad de América Latina con mayor índice de atracción de inversiones, de acuerdo con el escalafón realizado por la Universidad del Rosario para 2013.
Cabe aclarar que el éxito de una región en materia de inversión extranjera directa no debería medirse exclusivamente por el nivel de flujos que se reciba de la misma; existen otros factores que deben contemplarse para poder calificar la IED. En la literatura especializada se presentan análisis que aluden tanto a sus beneficios como a sus riesgos. En el primer grupo, se encuentran la posibilidad de transferencia de tecnología al país receptor1 y la creación de empleo en el corto plazo2. También está la posibilidad de que en el mediano plazo, en el evento en que dada su mayor productividad, esta promueva la industria local, con lo cual aumenta la capacidad de esta para acceder a nuevos mercados. También cuando las inversiones se dirigen a industrias con una tecnología más desarrollada que la local, el empleo que se generará tendrá una remuneración mayor, y generará un impacto sobre la formación de recurso humano que se irradia al resto de la industria.
Frente a los riesgos de la IED, se tiene que es probable que la IED saque del mercado a las empresas locales, que en el caso de Bogotá en su mayoría son PYMES, responsables además, de gran parte de la generación de empleo en la ciudad. Con los incentivos a la inversión y recortes de impuestos a multinacionales, la IED podría llegar a trabajar así en contra de la competitividad de las compañías locales. Finalmente, estimular sectores económicos con la presencia de empresas multinacionales con gran poder económico puede perjudicar a un país, puesto que tienen la capacidad de influenciar los poderes ejecutivos y legislativos para diseñar reglamentaciones que favorezcan sus intereses particulares.
La presente Nota Editorial del Observatorio de Desarrollo Económico comienza por una definición técnica de la IED y la revisión de los datos históricos de estos flujos hacia América Latina y el Caribe, para luego analizar lo que ha sucedido en el país en materia de IED.
Finalmente, se presentan algunos datos sobre la IED en Bogotá, a partir de los resultados de gestión de su agencia de inversión Invest in Bogotá.
Definición de la IED
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos –OECD– define la Inversión Extranjera Directa –IED– como “la categoría de inversión que refleja el objetivo de establecer un interés duradero de una compañía residente en una economía externa (inversionista directo), en una empresa (de inversión extranjera) que reside en un país diferente al de la compañía residente. El interés duradero implica la existencia de relaciones a largo plazo entre el inversionista directo y la empresa de inversión extranjera, y un significativo grado de influencia en el manejo de la compañía […]”3
La dimensión del manejo sobre la otra compañía es lo que distingue la IED de inversiones de portafolio en stocks extranjeros, bonos u otros instrumentos financieros. Existen tres principales categorías de IED4:
- Capital propio. Es el valor de la inversión de una compañía multinacional, en valores de
participación en una empresa de un país extranjero. Una participación de capital propio del 10% o más de las acciones ordinarias, o un poder de voto en una compañía incorporada, es normalmente considerado como el umbral para el control de los activos.
Esta categoría incluye tanto fusiones como adquisiciones e inversiones tipo greenfield (creación de nuevas fábricas). Las fusiones y adquisiciones son una fuente importante de IED para países desarrollados, aunque la importancia relativa varía considerablemente.
- Ganancias reinvertidas constituyen la participación de las multinacionales en las ganancias no distribuidas de las empresas afiliadas como dividendos o remitidas a las multinacionales. Esto puede representar hasta el 60% de las salidas de IED en países como Estados Unidos e Inglaterra.
- Otro capital. Se refiere a los préstamos y créditos de corto o largo plazo, de fondos entre la multinacional y la afiliada.
IED en América Latina y el Caribe
Con la adopción del consenso de Washington, en la década del 90, las economías de Latinoamérica tuvieron cambios importantes, en particular, las reformas comerciales que buscaron promover el intercambio con otros países. En materia de comercio exterior, los países
se abrieron considerablemente; mientras las exportaciones desde la región crecieron a una tasa de 2.6% y las importaciones lo hicieron en 7.8% en la década del 70, dichas tasas alcanzaron 9% y 14%, respectivamente, en los 90. La liberación financiera5, por su parte, hizo que los movimientos de capitales obtuvieran dinámicas significativas en los países de la región, constituyéndose en un factor decisivo para la estabilidad macroeconómica de las economías.
En cuanto a la IED, los flujos en América Latina y el Caribe6 durante los años 90 tuvieron un proceso de aceleración pronunciado. Mientras que para el año 1992 los flujos de IED hacia la región fueron cercanos a US$ 18 mil millones, en 1999 esta cifra estuvo cercana a los US$90 mil millones. Con la crisis de 1999 la tendencia se revirtió, hasta el año 2003 cuando los flujos comenzaron nuevamente a crecer (Gráfica 1), y recuperarse hasta alcanzar un nuevo máximo en 2008.
En 2009, la crisis económica en Estados Unidos afectó inicialmente a los países desarrollados y, en particular, a su sistema financiero. Sin embargo, la situación en este país tuvo efectos sobre las perspectivas de crecimiento económico de las economías desarrolladas y, como consecuencia casi directa, sobre el comportamiento de la IED en el resto del mundo. Además, la menor disponibilidad y acceso a recursos orientados a la inversión y el aumento de la incertidumbre y percepciones de riesgo por parte de las compañías inversionistas, fueron determinantes en la caída total de los flujos hacia la región.
La incertidumbre sobre el sendero que pudieran tomar las economías desarrolladas, la fluctuación de los precios de los productos básicos, las dificultades de acceso al crédito y la desaceleración económica predominante en la mayoría de las economías de América Latina y el Caribe, y en sus principales mercados de exportación (sobre todo el estadounidense) tuvieron como consecuencia una contracción de las corrientes de IED hacia la región en 2009, que alcanzó los $76,681 millones de dólares. Lo anterior implicó una disminución de 42%, respecto del récord histórico registrado en 20087.
En 2012 se alcanzó un nuevo record de IED hacia América Latina. Esta vez los flujos alcanzaron los US$ 167,562 millones, y con este dato se reafirma una aceleración en el crecimiento de los flujos, iniciada a partir de 2010. Estados Unidos y la Unión Europea continúan siendo los principales inversionistas en América Latina; en 2012 se incrementó notablemente la importancia de las inversiones realizadas por los mismos países latinoamericanos, que participaron con 14% del total de la IED hacia la región.
En el primer lugar, como receptor de la inversión, se encuentra Brasil que en 2012 recibió 39% de las inversiones, seguido de Chile con cerca de 18%, y luego se encuentra Colombia que participó con 9% del total de la IED en la región. Muy cerca se encuentra México, con un porcentaje casi igual al de Colombia. Es de anotar que antes de la década del 90 México era el principal receptor de IED en la región, situación que ha cambiado principalmente porque los sectores de hidrocarburos, minería, energía eléctrica y telecomunicaciones se encuentran dominados por empresas nacionales, mientras que en la mayoría de los grandes países de la región se registra una alta presencia de empresas transnacionales. En efecto, en México los hidrocarburos y la transmisión y distribución de electricidad están reservados por ley a las empresas estatales Pemex y CFE, respectivamente, en cambio, las telecomunicaciones y la minería están abiertas a la competencia y a la inversión extranjera, pero se encuentran en la práctica dominadas por grandes empresas mexicanas.
En América Latina, en cuanto a sectores se refiere, son los servicios los que reciben más inversión (44%), seguidos de la manufactura (30%) y los sectores basados en recursos naturales (26%), según las últimas cifras de IED publicadas por la Cepal, a primer trimestre de 2013.
IED en Colombia
En la década del 80, el comportamiento del flujo de inversión extranjera directa hacia Colombia no superaba los US$ 800 millones al año. En los 90, siguiendo el comportamiento de la región, con la adopción del modelo de internacionalización de la economía, se acogieron nuevas disposiciones legales en materia de inversión extranjera8, que tuvieron como consecuencia un aumento de la inversión hacia el país. Los flujos de inversión extranjera en Colombia se fueron incrementando progresivamente, pasando de US$438 millones en 1991 a US$ 1,446 millones en 1994, hasta alcanzar los US$5,562 en 1997, el año con mayores flujos en la década del 90.
Entre el año 2000 y 2012, los montos de IED hacia Colombia se han multiplicado por 6.4, pasando de cerca de US$2.4 mil millones9 a unos US$15.6 mil millones, respectivamente. El promedio anual fue de US$7,026 millones, siendo 2012 el mejor año, al registrar un valor de IED de US$15,650 millones10.
Los años 2009 y 2010 han tenido los niveles más bajos de IED en los últimos cinco años, con inversiones de US$7,1 mil millones y US$6,7 mil millones respectivamente. Lo anterior debido a la recesión económica mundial, que a diferencia de los países desarrollados –en los que la IED se contrajo en 2008–, en países como los de América Latina solo se vio hasta 2009 el efecto de la crisis, como se mencionó anteriormente.
Para el año 2011 y 2012 los flujos crecieron nuevamente, alcanzando valores de 13,4 y 15,7 miles de millones de dólares, respectivamente. Lo anterior se explica, entre otras cosas, porque los países desarrollados –principales afectados por la crisis financiera– no se han recuperado totalmente, y esto ha hecho que los flujos de IED se focalicen en países en vía de desarrollo como Colombia, que han mostrado mercados internos fuertes e indicadores macroeconómicos sólidos.
Las cifras de 2013 (a septiembre) indican que los flujos que han llegado al país han alcanzado $13,3 miles de millones de dólares, lo que corresponde a $1,100 millones de dólares más que en el mismo período de 2012, y representan un crecimiento de 10.8% en 2013 frente al año anterior.
8 Análisis sectorial de la IED en Colombia
El análisis de la composición sectorial de la IED resulta de mayor importancia, toda vez que proporciona una idea sobre la medida en que estas inversiones podrían transformar la estructura productiva de la región del país que la recibe o, por el contrario, reforzar los patrones de especialización existentes.
Según un informe de Luis Jorge Garay11, tradicionalmente la inversión extranjera en Colombia ha estado concentrada en el sector de hidrocarburos. En 1988 la IED orientada a este sector representaba 90% del total de flujos que llegaban al país. A partir de 1991 empezó la escalada de la inversión extranjera a otras actividades diferentes al sector petrolero, al punto que, en 1993, ya participaban con 60% del total de la inversión extranjera neta ingresada al país, y llegaban, en 1998, a 97%. Fue así como la inversión extranjera, descontando aquella orientada a hidrocarburos, pasó de 100 millones de dólares en 1991 a 2.737 millones en 1998, concentrándose en algunas actividades, especialmente en el sector financiero (24%) y en la industria manufacturera (29%).
No obstante, la IED en hidrocarburos ha venido ganando espacio en años recientes. Mientras que en el año 1994 participaba con 9% de la IED total, en el nuevo siglo esta participación ha ido aumentando progresivamente, con una participación de 20% en el año 2001 y cerrando el año 2012 con una participación de 34%. A septiembre de 2013 la participación de los hidrocarburos en el total de los flujos de IED hacia el país fue de 31%, demostrando así que la IED hacia el sector petróleo ha ganado importante terreno en los últimos 7 años.
Análisis sectores no petroleros
Al analizar la dinámica en el interior de los sectores diferentes a los hidrocarburos, se encuentra que en los últimos 20 años la composición de la IED ha cambiado significativamente. Mientras que en 1994 las minas y canteras participaban con 4% de esta inversión, en 2012 este porcentaje fue de 23%. El comercio, restaurantes y hoteles también han ganado participación en estos años, pasando de 9% a 14% entre 1994 y 2012.
Estos cambios tienen unos sectores claramente afectados, entre los que se encuentran principalmente la industria manufacturera, ya que mientras que en 1994 este sector contaba con 41% de la IED no petrolera, este porcentaje cayó en más de la mitad, cerrando 2012 con una participación del 19%. Lo mismo ocurrió con los establecimientos financieros, que disminuyeron su participación de 23% a 15% en el mismo periodo. Por su parte, los grandes ganadores fueron sectores como Minas y canteras, que pasó de 4% a 23% y Comercio, restaurantes y hoteles que pasó de 9% a 14% entre 1994 y 2012.
IED en Bogotá
Es claro que en todo este panorama de IED a escala nacional, las ciudades juegan un papel fundamental. Las regiones son cada vez más conscientes de los beneficios de este tipo de inversiones, razón por la cual han emprendido, de manera independiente, un abanico de estrategias para la atracción de la IED y la mejora en el clima de negocios.
Aun cuando el campo de acción de las políticas a escala local en materia de variables macroeconómicas (tasas de interés, aranceles, tasa de cambio, entre otras) son limitadas o nulas, siguen existiendo aspectos que se encuentran en su marco de acción y que pueden convertirse en factores diferenciales y criterios para la decisión de inversión de una multinacional.
Precisamente en 2013 Bogotá se mantuvo entre las diez mejores ciudades para hacer negocios en América Latina, ocupando el octavo lugar del ranking global y el quinto lugar en el ranking de poder de marca, ambos publicados por la revista “América Economía”. Los indicadores que mayor repunte presentaron en 2013 fueron sostenibilidad ambiental, poder de marca, marco social, y dinamismo económico, superando los 70 puntos de 100.
De forma coherente con estos resultados, Bogotá se ubica como la quinta ciudad de América Latina con mayor índice de atracción de inversiones, según el ranking realizado por la Universidad del Rosario. El Distrito Capital sobresale por ser una ciudad “amable” para los inversionistas, que se ven atraídos por los buenos resultados que obtuvo la ciudad en materia de capacidad financiera, seguridad, alta calidad de los profesionales con educación superior y reputación internacional.
Es de anotar que en Colombia, con los datos oficiales existentes (balanza de pagos calculada por el Banco de la República), no es posible conocer con certeza los montos de IED que llegan a la ciudad. Sin embargo, en los últimos años, según cifras de Invest In Bogotá, y de publicaciones de prensa, se sabe que la ciudad ha sido un destino de importantes inversiones.
Invest in Bogotá –IIB–, institución adscrita al Sector de Desarrollo Económico de Bogotá, en sus reportes anuales, deja saber que en los años 2010, 2011 y 2012 apoyó 66 proyectos que llegaron a la ciudad-región con una inversión estimada cercana a los $208.5 millones de dólares. En contraste, durante 2013 solamente, la agencia facilitó la llegada de 33 empresas de capital extranjero que representaron inversiones aproximadas a los $380 millones de dólares (cifras preliminares). Es de anotar que en este año el trabajo de IIB tuvo como prioridad la atracción proactiva de algunos sectores en particular, que pertenecen a las actividades de servicios a las empresas, sector energético, manufacturas livianas, agroindustria y ciencias de la vida, e infraestructura y fondos de capital.
Del sector BPO y centros de servicios compartidos, (sectores con mayor participación en el total de IED atraído por IIB) se atrajeron proyectos de reconocidas multinacionales como Convergys, AIG y PriceWaterhouseCoopers. Proyectos como los de Toolnology y RIM Blackberry se destacan del sector de IT y desarrollo de software, por su alto componente de innovación. Asimisimo la firma portuguesa Prebuild y la irlandesa Smurfit Kappa, del sector de manufacturas van a establecer nuevas plantas de producción en la ciudad-región. De igual manera la multinacional hortifrutícola Dole Food invirtió cerca de US$18 millones en una planta de producción y comercialización de productos de cuarta gama, también ubicada en la ciudad región, y se destaca, además, porque será la planta más moderna de la multinacional en América Latina. BlackBerry, recientemente inauguró un centro de tecnología para la innovación y el desarrollo de aplicaciones móviles en alianza con el Centro Ático de la Universidad Javeriana. Es de destacar que también se apoyó la implantación de BYD Motor Colombia S.A.S, y se acompañó el proyecto piloto con el Distrito Capital, para la electrificación del servicio de transporte público en Bogotá (taxis y buses).
Comentarios finales
Un análisis de la IED que contemple solamente la evolución de los flujos en valores absolutos o en crecimientos, nunca puede ser suficiente para realizar alguna apreciación sobre el éxito o fracaso de un país en esta materia. Por tal razón se debe tener en cuenta que la IED que llega a un país o región puede generar una tendencia hacia la focalización o especialización de la actividad productiva de la misma, por lo que como primera instancia resulta fundamental estudiar cuál es la composición de los flujos de este tipo de inversión, y entender cómo dependiendo del sector al que llegue, se puede inferir el nivel de valor agregado que generaría a la economía, así como sobre su potencial de generación de empleo (si es un sector intensivo en mano de obra), o su impacto en el medio ambiente (caso de hidrocarburos y explotación de minas y canteras) o la posible transferencia tecnológica hacia la cadena productiva.
En la literatura, se encuentran algunas “condiciones” que debe cumplir la IED para que sea calificada como beneficiosa para el país de destino. Por ejemplo, en cuestión de generación de empleo, es claro que las empresas que vienen con inversiones tipo greenfield (instalación de nuevas plantas) tienen un mayor potencial de generación de empleo que las que no. Ahora bien, en cuanto a transferencia de tecnología se refiere, es incorrecto pensar que toda IED generaría dicha situación; es importante que en la zona que recibe la inversión existan unas redes de proveedores fuertes y definidas que permitan la transferencia de tecnología a lo largo de la cadena.
La llegada de IED a un mercado competitivo puede generar condiciones que impulsen la innovación en las empresas del sector. No obstante, existe el riesgo de que dicha entrada saque del mercado a las empresas nacionales ya instaladas. Una alternativa a lo anterior es identificar y promover la IED en los eslabones faltantes de alguna cadena productiva, que lleguen a complementar la actividad productiva, generando competitividad aguas abajo.
Otro de los riesgos de la atracción de grandes multinacionales tiene que ver con dos cosas. La primera es que la exención de impuestos o entrega de incentivos tributarios puede ir en contra de la competitividad relativa de las empresas locales, y la segunda es que precisamente dichas multinacionales tienen mayor capacidad de negociación con el gobierno, lo que podría generar la elaboración de regulaciones hechas exclusivamente para el beneficio de unos pocos.
En este sentido, resulta fundamental pensar qué tipo de inversión es la que se debe tener en una ciudad como Bogotá, donde la atracción de la IED se debe basar en la búsqueda de beneficios para el tejido productivo de la ciudad, alcanzar mejores niveles de tecnificación en sectores estratégicos, aumentar las exportaciones y sobre todo, garantizar la generación de trabajo decente y digno. Bajo esta perspectiva, la ciudad ya ha ganado un terreno importante al mejorar su posicionamiento como ciudad de negocios. Desde la política pública local es importante garantizar las condiciones que le han permitido a Bogotá contar hoy con un clima de negocios apropiado para la IED y promover las estrategias que permitan garantizar los beneficios de este tipo de inversión para la economía de la ciudad y la calidad de vida de su población vía los mejores ingresos generados.
En América Latina, como consecuencia de la adopción del modelo de internacionalización en la década de los 90, los flujos de Inversión Extranjera Directa –IED– se dispararon.