Verdades y mentiras del empleo en Bogotá
Tan pronto como el país conoció la buena noticia de la reducción de la tasa de desempleo en Bogotá, académicos, economistas y columnistas se lanzaron a elaborar sus análisis, unos ajustados a la realidad de las cifras, otros, en cambio, un tanto sesgados.
El hecho indiscutible es que Bogotá logró en el 2010 lo que el Gobierno Nacional se está planteando como reto para el 2011: tener una cifra de entre 8 y 9 por ciento de desempleo. Mientras en el país el índice disminuyó levemente entre el 2009 y el 2010, en la capital se redujo durante el mismo periodo del 11 al 8,6 por ciento.
Se ha dicho, igualmente, que parte de esa disminución obedece al papel que han jugado como elemento contracíclico las obras de infraestructura y, en general, la inversión directa con recursos públicos, lo que, según el IDU, ha generado cerca de 90.000 empleos en la ciudad. Esto tampoco tiene discusión.
Frente al tema del empleo, la Administración Distrital también ha asumido un papel decidido desde la Secretaría de Desarrollo Económico (SDDE), donde todos los esfuerzos se orientan a consolidar una política de generación de empleo e ingresos, enmarcada en una política más general de productividad y competitividad, que reconozca el papel de los territorios en la promoción de su desarrollo.
Resultado de ello son estrategias reconocidas ya por los bogotanos, como 'Bogotá Emprende', en alianza con la Cámara de Comercio; formación y calificación del capital humano, en alianza con el Sena; identificación y promoción de ocupaciones nuevas, emergentes y en transformación, en alianza con el Sena y Maloka, y desarrollo de estrategias de intermediación laboral, a través de ferias de oportunidades laborales y el portal Bogotá Trabaja.
Lo que sí constituye materia de discusión es plantear que la reducción de la tasa de desempleo en la ciudad está asociada al rebusque y al incremento de la informalidad.
Si bien se viene presentando un deterioro de la calidad del empleo y que ello se convierte en la principal preocupación y en reto para el 2011, habría que hacer varias aclaraciones al respecto, a la luz de la evidencia estadística disponible.
Primero, el deterioro de la calidad del empleo no es, ni mucho menos, un fenómeno exclusivo de Bogotá, sino generalizado en el país e incluso en el ámbito regional, como lo señaló la Cepal. El empleo no asalariado viene creciendo a tasas mayores que el empleo asalariado, el doble tanto para el país como para la ciudad (8 por ciento frente a 4 en el 2010, para el caso de Bogotá, y 2,6 por ciento frente a 5,2, para el país).
Segundo, la calidad del empleo en Bogotá es superior a la del resto del país. La proporción de empleados asalariados supera ampliamente a la del agregado nacional: de cada 1.000 ocupados en la capital en el 2010, 548 eran asalariados y 452 no asalariados, mientras que en Colombia, las cifras eran de 386 y 614, respectivamente.
Tercero, no es cierto que esté en ascenso la informalidad en la ciudad. Si bien aumentó el número de personas en esta situación, tanto en la urbe como en el país, ello es una consecuencia lógica del incremento del número de ocupados, que incluso creció a una tasa mayor. Por eso, en el 2010 la informalidad en Bogotá descendió, con relación al 2009, del 46 al 45,3 por ciento. Igualmente, en el país también disminuyó, aunque a una tasa menor.
No es, entonces, ajustado a la realidad afirmar que en Bogotá disminuyó el desempleo por cuenta de la informalidad. Tampoco se puede desconocer el trabajo que desde la SDDE se adelanta para enfrentar la desocupación. En medio de una situación de desempleo nacional, su reducción en Bogotá es una buena noticia para los colombianos.
Bogotá logró en el 2010 lo que el Gobierno Nacional tiene como reto para 2011 en desempleo.