Participación femenina en el mercado laboral y uso del tiempo
Como es característico en nuestro país, cada 8 de marzo se celebra el día internacional de la mujer para conmemorar la lucha por la participación, en igualdad de condiciones, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona. Sobre la fecha, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas de 1977 escogió el 8 de marzo en honor a la feminista rusa Alexandra Kollontái, quien consiguió que dicha fecha se considerase fiesta oficial en la Unión Soviética después de la revolución de octubre de 1917.
Con motivo de esta fecha, y con el propósito de resaltar algunas de las diferencias existentes en el mercado laboral bogotano, se presenta a continuación el panorama laboral femenino en Bogotá durante 2013, teniendo como fuente de información la Gran Encuesta Integrada de Hogares –GEIH– del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas –DANE–. También se presentan algunas cifras de la encuesta de uso del tiempo para Bogotá, la cual muestra la participación y el tiempo dedicado en actividades remuneradas y no remuneradas en el sistema de cuentas nacionales, de hombres y mujeres en la ciudad.
Las mujeres participan menos en el mercado laboral pese a ser más
Durante 2013 habitaron en Bogotá 3’960,587 mujeres, cifra equivalente al 51.7% de la población total de la ciudad, que ascendió a 7’658,057 en dicho año. En otras palabras, en el Distrito Capital habitaron más mujeres que hombres, ya que por cada 100 personas 52 fueron mujeres y 48 fueron hombres. Desde el punto de vista de las personas que podrían pertenecer a la fuerza laboral, se encuentran más mujeres que hombres con edad suficiente para laborar. De las 3’960,587 de mujeres capitalinas, 3’261,203 fueron mayores de doce años, lo que significa que el 82.3% de las bogotanas tuvieron la edad mínima para trabajar. Esta proporción fue menor a la encontrada en los hombres (80.1%). Sin embargo, pese a superar en cantidad a los hombres, y pese a registrar una mayor proporción de en edad adecuada para laborar, las mujeres participan menos que los hombres en el mercado laboral. De las 3’261,203 mujeres mayores de doce años existentes en la capital del país, 66.4% registraron un puesto de trabajo o se encontraron buscando uno, porcentaje notablemente inferior a la observada en los hombres (78.1%).
Las mujeres son más afectadas por el desempleo que los hombres
Respecto a la carencia de oportunidades laborales, las mujeres presentan mayores índices de desocupación que los hombres. Durante 2013, por ejemplo, las mujeres registraron un indicador de 10.6%, que además de ser tres puntos porcentuales por encima del de los hombres (7.6%), fue el menor registrado en los últimos seis años. La brecha entre los dos sexos se ha cerrado en 0.5 puntos porcentuales durante los últimos tres años, pasando de 3.5 puntos en 2011 a 3 puntos en 2013, dado que el desempleo femenino ha bajado en mayores proporciones que el de los hombres.
No obstante, si bien el desempleo viene descendiendo desde 2009 para ambos casos (ver gráfica 1), la diferencia entre la tasa de desempleo de las mujeres y los hombres sigue siendo prácticamente la misma. En promedio, entre 2008 y 2013 la brecha entre estos indicadores ha sido de tres puntos porcentuales. El desempleo femenino de la capital del país fue, además, inferior al registrado en las mujeres pertenecientes al agregado de las trece principales áreas metropolitanas del país para el mismo año (12.5%). En términos absolutos, 228,894 mujeres carecieron de un puesto de trabajo en 2013, 53,295 más que los hombres. Lo anterior significa que, por cada 100 desempleados existentes en la capital del país, 57 fueron mujeres y 43 fueron hombres. Existe una gran diferencia entre los niveles de ocupación entre hombres y mujeres
En 2013 laboraron 1’936,056 mujeres en Bogotá, 58,333 más que en 2012 pero 202,157 menos que los hombres para el mismo año. Lo anterior establece una distribución en la que por cada 100 ocupados en el Distrito Capital 52 son hombres y 48 mujeres. Estas cifras fueron equivalentes a una tasa de ocupación en las mujeres de 59.4%
en 2013, que si bien es superior a las experimentadas en años anteriores, fue notablemente inferior a la observada en los hombres (72.2%) (ver gráfica 2). Las tasas de ocupación de hombres y mujeres han venido creciendo con el paso del tiempo, y la diferencia entre las dos ha venido disminuyendo, pese a ser muy grande, pasando de 15.7 a 12.8 puntos porcentuales en los últimos siete años. Sin embargo, resulta importante destacar que, a diferencia de lo ocurrido en el caso del desempleo, la mejora de los niveles de ocupación ha estado acompañada de una reducción entre las tasas de trabajo entre los dos sexos. La diferencia entre la tasa de ocupación de hombres y mujeres pasó de 15.7 puntos porcentuales en 2007 a 12.8 puntos en 2013.
La calidad del trabajo es menor en las mujeres
Cuantificada como la proporción de empleo asalariado sobre el total de ocupados, la calidad del trabajo de las mujeres fue inferior a la de los hombres. En Bogotá 53 de cada 100 mujeres ocupadas contó con un puesto de trabajo asalariado, es decir, con empleos generados por las empresas y gobierno que se encuentran regulados por la legislación laboral. Si bien es superior a la encontrada en las mujeres de las trece ciudades más importantes del país (49 de cada 100), la calidad del trabajo en las mujeres del Distrito Capital es menor a la hallada en los hombres (58 de cada 100). Las mujeres ganan 31.5% menos que los hombres En lo que concierne a la remuneración por las actividades laborales, las mujeres devengaron $1’040,771 mensuales en promedio en 2013, $327,534 menos que los hombres, que en promedio obtuvieron $1’368,305 mensuales. Lo anterior significa que las mujeres devengaron 31.5% menos que los hombres. En comparación con las trece principales áreas metropolitanas, las mujeres Bogotanas estuvieron mejor remuneradas, ya que las trabajadoras de dichas ciudades obtuvieron en promedio $762,831, es decir, un 36.4% menos que sus pares del Distrito Capital. Las mujeres laboran menos horas Al indagar sobre el tiempo que utilizan las personas para realizar sus actividades laborales, se encuentra que las mujeres dedicaron menos tiempo que los
hombres. En promedio, una mujer empleó 43 horas a la semana para trabajar, en tanto que los hombres usaron 51 horas (ver gráfica 3). Respecto a las principales áreas metropolitanas del país, las mujeres de la capital laboraron prácticamente la misma cantidad de horas que las de dichas urbes (42 horas a la semana). Se encuentra además, para el caso del Distrito Capital, que el tiempo que dedican las mujeres a estas labores ha disminuido durante los últimos años, pasado de 46.5 horas por semana en 2007 a 42.8 horas en 2013 (fenómeno que también se presenta en el caso de los hombres). El mercado laboral bogotano presenta diferencias evidentes entre mujeres y hombres. Frente a los hombres, las mujeres de la capital del país cuentan con menos oportunidades laborales, que no siempre son remuneradas ni presentan la misma calidad que la de los hombres. La situación de inequidad va mejorando con el paso de los años, pero sigue siendo un desafío de la política pública y social, lograr la igualdad entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo, que como es de conocimiento público, fomenta la movilidad social, mejorar la calidad de vida y promueve el desarrollo económico colectivo. En este sentido, hay que seguir trabajando en la conciencia social sobre los roles sexuales desempeñados en la sociedad y en la familia y valorar los aportes de las mujeres y sus aspiraciones personales.
¿Cómo emplean su tiempo las mujeres y los hombres en Bogotá?
Reconocer el aporte de las mujeres a la economía, parte por evidenciar los efectos de la división sexual del trabajo y del valor que la sociedad ha dado al trabajo no remunerado de las mujeres. Es por esto que reconocidas investigadoras y mujeres que participaron en conferencias internacionales y nacionales plantearon la importancia de medir, valorar y analizar la participación y el tiempo dedicada de las mujeres y los hombres a las actividades de trabajo no remunerado como cocinar, cuidar de niños y enfermos, realizar el trabajo doméstico del hogar y actividades comunitarias que no se inscriben en el sistema de cuentas nacionales.
Uno de los aportes de esta perspectiva se relaciona con el estudio de las especificidades del trabajo de las mujeres, tanto el que cumplen en el ámbito del intercambio mercantil, como el que realizan en el ámbito del hogar, vinculado con la atención, cuidado y reproducción de sus miembros. La división sexual del trabajo en estas dos esferas se encuentra en la raíz de las inequidades de género existentes. (Corina, 2005) En Colombia, a partir de la ley 1413 del 11 de noviembre de 2010, el Departamento Nacional de Estadísticas – DANE – recibió la directriz de “regular la inclusión de la economía del cuidado en el sistema de cuentas nacionales, con el objeto de medir la contribución de la mujer al desarrollo económico y social del país y como herramienta fundamental para la definición e implementación de políticas públicas”, siendo esta una recomendación desde la década de los 90 de diferentes conferencias y convenciones internacionales. Esta medición se realizó en todo el país, a través de un instrumento metodológico,
denominado Encuesta del Uso del Tiempo –ENUT, que permite cuantificar el tiempo dedicado por las personas a las diferentes actividades, trabajo remunerado y no remunerado, estudio, recreación y ocio, entre otros (Artículo 2 de la ley 1413). A través de convenio interadministrativo de cooperación, entre la Secretaría Distrital de Desarrollo Económico y el DANE3, se logró desarrollar una muestra específica para la ciudad de Bogotá en el periodo agosto 2012 a julio 2013, con representatividad urbana, desglosada por sexo, estrato, grupos de edad. Los resultados del estudio, en materia de equidad y género cuando se refiere a la economía del cuidado4 y el trabajo no remunerado son concluyentes. La participación de las mujeres en el trabajo comprendido en el sistema de cuentas nacionales (SCN)5 es de 37.8%, cifra inferior a la participación que registran los hombres de 53.2%. En cuanto al trabajo no remunerado, que es el que no contabiliza el sistema de cuentas, la participación de la mujer es de 88.4%, 18.1 puntos porcentuales más que la participación que registran los bogotanos (70.3%). Teniendo claras estas diferencias en la participación, se analiza el tiempo
dedicado a estas grandes ramas. Durante el periodo agosto 2012 a julio 2013 en Bogotá, el tiempo total de trabajo diario de las mujeres fue de 15 horas. De estas, 9 horas con 24 minutos fueron dedicadas a actividades de trabajo que es contabilizado en la producción nacional y 5 horas con 37 minutos dedicadas a trabajo no incluido en esta medición. En Bogotá, el tiempo total de trabajo diario de los hombres fue de 12 horas con 27 minutos, 10 horas con 15 minutos dedicados a trabajo que está incluido en el
cálculo de la producción nacional y 2 horas con 12 minutos a trabajo no incluido en él.
Esto muestra que las mujeres, aunque participan menos y dedican menor tiempo a la producción de bienes y servicios de mercado, su carga total diaria es mayor que la de los hombres (15 horas vs 12 horas), dado la importante participación y tiempo en el trabajo no remunerado, que al no ser incluido en el sistema de cuentas, pareciera que no aportara nada al desarrollo económico de la ciudad. Por su parte, las mujeres del resto de cabeceras municipales que realizaron trabajo comprendido en el SCN, tuvieron un tiempo total de trabajo de 13 horas con 3 minutos, tiempo inferior al dedicado por las bogotanas. Las mujeres de la cabecera dedican hora y media menos en el trabajo de producción de bienes y servicios, y 27 minutos menos en el trabajo no remunerado.
En estas cifras se devela la desigual distribución de las responsabilidades de cuidado al interior de la familia, y a su vez es una expresión del valor social del trabajo productivo y no reproductivo siendo entonces una brecha y desventaja para la participación de las mujeres en el mercado laboral. En estas cifras se devela la desigual distribución de las responsabilidades de cuidado al interior de la familia, y a su vez es una expresión del valor social del trabajo productivo y no reproductivo siendo entonces una brecha y desventaja para la participación de las mujeres en el mercado laboral. LA EUT permite mostrar la distribución de las actividades personales, trabajo doméstico y de cuidado a otras personas, desarrolladas por hombre y mujeres en el ámbito privado y las cuales han estado bajo la responsabilidad de las mujeres. Por lo anterior cuando se analiza el suministro de alimentos, que incluye preparar y servir alimentos, levantar los platos y lavar la loza, el 60% de las mujeres bogotanas, cocina para los miembros en su hogar, frente al 19% de los hombres que realizan la misma actividad. En el mismo sentido, el tiempo usado por las mujeres es mayor al que los hombres dedican en aproximadamente 37 minEn estas cifras se devela la desigual distribución de las responsabilidades de cuidado al interior de la familia, y a su vez es una expresión del valor social del trabajo productivo y no reproductivo siendo entonces una brecha y desventaja para la participación de las mujeres en el mercado laboral. LA EUT permite mostrar la distribución de las actividades personales, trabajo doméstico y de cuidado a otras personas, desarrolladas por hombre y mujeres en el ámbito privado y las cuales han estado bajo la responsabilidad de las mujeres. Por lo anterior cuando se analiza el suministro de alimentos, que incluye preparar y servir alimentos, levantar los platos y lavar la loza, el 60% de las mujeres bogotanas, cocina para los miembros en su hogar, frente al 19% de los hombres que realizan la misma actividad. En el mismo sentido, el tiempo usado por las
mujeres es mayor al que los hombres dedican en aproximadamente 37 minutoso (1:33 vs 56 minutos). Por otra parte, al lavar los platos la brecha de inequidad se mantiene entre hombres y mujeres tanto en la participación como en el tiempo promedio dedicado. Dentro de la economía del cuidado, también están las actividades de limpieza y mantenimiento del hogar y de vestuario. El 63% de las mujeres en la capital, barre, trapea, tiende camas, sacude el polvo, saca la basura, etc., mientras que solo el 37% de los hombres lo hace. En materia de uso del tiempo, las mujeres dedican en promedio 1 hora y 13 minutos a estas tareas, superando el tiempo que usan los hombres en 31 minutos. Las mujeres bogotanas dedican 1 hora y 5 minutos a lavar, planchar o guardar ropa para las personas de su hogar, frente a los 38 minutos que usan los hombres en la ciudad desarrollando las mismas acciones. Estas actividades están asociadas como trabajo no remunerado, el cual es esencial para la sostenibilidad y la calidad de la vida a
través de la “previsión” de servicios de cuidado cuyo costo y aporte económico ha sido tradicionalmente desconocido. El tiempo dedicado por hombres y mujeres cambia un poco en la acción de comprar artículos personales o para el hogar6, la participación de las mujeres es mayor, (26.2% frente a 18.8% de los hombres), ellas dedican 2 minutos menos que los hombres a desarrollar esta actividad. En contraste y al analizar algunas de las actividades que se realizan con menores de cinco años, la encuesta muestra que en estas tareas hay poca participación de la ciudadanía bogotana. Por ejemplo, la actividad “llevar al parque” es desarrollada por el 1.54% de las mujeres y el 0.86% de los hombres. Vale la pena resaltar que en esta acción los hombres bogotanos gastan en promedio 1 hora y 48 minutos llevando los niños y niñas al parque frente a la hora y 40 minutos que dedican las mujeres. Estas cifras también demuestran como en estas actividades, aun cuando se mantiene la desigual distribución del tiempo, sigue siendo mayor la responsabilidad de las mujeres En conclusión, podemos afirmar que en general, las mujeres participan y dedican más tiempo que los hombres, a actividades que culturalmente, la sociedad ha definido que la deben realizar las mujeres como las relacionadas con los oficios domésticos, el cuidado de personas, la administración del hogar, entre otras. La responsabilidad de la economía del cuidado se ha focalizado en la familia y a su interior en las mujeres, lo que hace necesario una redistribución de roles al
interior del hogar para reducir la sobrecarga de trabajo para las mujeres, que se traduce en lo que se ha llamado pobreza de tiempo. Al considerar el tiempo como un indicador de bienestar, podemos decir que la pobreza de tiempo es el uso de este indicador para tareas y oficios que no tienen que ver con actividades donde se las mujeres se dediquen a ellas mismas y al descanso, el ocio, el entretenimiento o la formación. Vale la pena mencionar que en ocasiones, la pobreza de tiempo, ha determinado la permanencia de barreras para el ingreso de las mujeres al mercado laboral y ha influido en que las mujeres continúen ejerciendo actividades y posiciones que no son gerenciales ni directivas, dentro de las empresas y organizaciones.
Como es característico en nuestro país, cada 8 de marzo se celebra el día internacional de la mujer para conmemorar la lucha por la participación, en igualdad de condiciones, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona. Sobre la fecha, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas de 1977 escogió el 8 de marzo en honor a la feminista rusa Alexandra Kollontái, quien consiguió que dicha fecha se considerase fiesta oficial en la Unión Soviética después de la revolución de octubre de 1917.