Efectos de la devaluación del peso en el consumo de los hogares bogotanos
Desde julio de 2014, se ha presentado una tendencia a la devaluación del peso en Colombia después de aproximadamente 6 años de revaluación continua. El dólar en nuestro país alcanzó los $2.344 pesos en diciembre y en marzo de 2015 logró los $2.678 cifra que no se alcanzaba desde marzo de 2004.
El hecho de que el dólar aumente su cotización en pesos implica que los productos importados - bienes de consumo o bienes de capital - aumentan de precio, perjudicando a empresarios y consumidores finales, quienes eventualmente optan por generar una menor demanda de estos productos, o en el caso de los primeros deben trasladar al bien final estos incrementos de insumos y maquinaria importados. Teniendo en cuenta que en Colombia 10 de cada 100 pesos en gastos de bienes de consumo provienen del exterior y en Bogotá este porcentaje es cercano al 33,5%, el fenómeno cambiario adquiere relevancia en el análisis del gasto de los hogares. Por esta razón la presente nota editorial, busca analizar el posible impacto que la devaluación del peso ha tenido en el gasto de los hogares bogotanos.
Del análisis se infiere en primera medida que el fenómeno de la devaluación del peso es una situación que no será pasajera y que por lo tanto seguirá siendo en 2015 un factor clave en las decisiones de los agentes económicos, teniendo en cuenta los factores que permitieron la mayor cotización de la divisa: bajos precios del petróleo y aumento de las tasas de interés en Estados Unidos. 4 productos de consumo disminuyeron sus importaciones en los últimos tres meses de 2014 y sus precios están más altos para el consumidor final, no se ha visto una caída en el consumo de los hogares, los cuales según estos resultados están pagando más por los bienes, pero no por ello dejaron de consumirlos en el periodo analizado, cosa que para 2015 podría cambiar como se está viendo en el caso de los vehículos cuyas ventas cayeron en Colombia en el primer mes del año. Otra situación que se está presentando y que fue corroborada por el Ministro de Hacienda, es una sustitución de importaciones, lo que significa que los hogares están remplazando productos importados por sus similares producidos en el país, lo cual es plausible para la industria local.
Este documento muestra en primera medida la evolución de la tasa de cambio, señalando el cambio presentado desde julio de 2014, las razones de los analistas y la comparación de Bogotá con respecto a otras ciudades latinoamericanas. Luego se revisa la caída de las importaciones en algunos productos importantes para los hogares y se contrasta con el gasto en estos bienes. En la parte previa a las conclusiones, se presenta un análisis que muestra cómo se ven afectados los hogares según su nivel de ingresos (altos y bajos), con la caída de las importaciones. Por último se presentan las conclusiones.
El peso colombiano, la moneda más devaluada de América Latina
El dólar se ha encareció $384 pesos desde enero hasta diciembre de 2014, lo que indica una devaluación de la moneda colombiana de 19,6%, pues en enero la divisa se cotizó a $1.960,41 y en diciembre ya registraba $2.344, 23. Luego de una prolongada revaluación, que hizo que el dólar se cotizara en Colombia a $1.761,75 en julio de 2011, éste empezó a crecer de forma sostenida desde el séptimo mes de 2014 cuando registró $1.858,40
En los últimos tres meses, el peso colombiano ha caído 17,53% y es la moneda más depreciada de América Latina. Entre las otras monedas de la región que más se han desvalorizado están el real brasileño que ha caído 12,18%; el peso mexicano 9,05%, el peso chileno 4,18%, el nuevo sol peruano 3,55% y el peso argentino 1,8%.[1] Según los expertos, al hacer un comparativo frente a otras monedas latinoamericanas se evidencia un exceso de sensibilidad del peso colombiano, que se refiere a la alta volatilidad de la moneda colombiana y su tendencia a verse afectada – más que otras – por hechos externos de mercado.
Los analistas explican que los factores que inciden en esta situación cambiaria, son la mejoría de la economía estadounidense y la caída de los precios del petróleo, (50 dólares el barril), teniendo en cuenta que van a ser menos los dólares que entrarán al país producto del pago por los barriles de crudo que vendemos en el exterior. Otra razón que ha sido esgrimida es que los capitales extranjeros están saliendo de los mercados emergentes, entre ellos el de Colombia, en busca de una mejor rentabilidad ahora que la Reserva Federal de Estados Unidos se alista para subir sus tasas de interés.
Como la mayoría de cosas en economía, el encarecimiento del dólar tiene ganadores y perdedores, como sucedía en el tiempo de revaluación. Los beneficiados con esta nueva coyuntura son los empresarios exportadores, quienes, se espera, mejoren sus ingresos por ventas. Los empresarios nacionales se vuelven más competitivos en el mercado exterior, y a nivel local mejoran su posición frente a los competidos extranjeros. Dentro de los sectores perjudicados, además de los empresarios importadores y comerciantes que muy posiblemente verán reducidos sus márgenes y por lo tanto sus ventas, también están los consumidores finales que sentirán cómo diferentes productos básicos y bienes durables y semi durables aumentarán su precio lo que los obligaría a redefinir el entorno y las condiciones de compra.
Importaciones bogotanas en bienes de consumo, cayeron -12,3% en los meses de julio y diciembre
Por esta dinámica de la tasa de cambio, las importaciones bogotanas han disminuido desde julio donde se importaron a Bogotá 699,8 millones de dólares en bienes de consumo y en diciembre de 2014 esta cifra llegó a 613,7.
Dentro de estos bienes de consumo se destacan los vehículos particulares, los productos farmacéuticos y los aparatos de uso doméstico como las partidas que más caen en los tres últimos tres meses de 2014, teniendo en cuenta que a partir de julio es cuando se presenta el repunte del precio del dólar.
Vehículos particulares
La importación de automóviles y demás vehículos para el transporte de personas, alcanzó su pico más alto en septiembre de 2014 cuando se importaron 215,2 millones de dólares. A partir de este mes, han empezado a bajar las importaciones de estos bienes.
Productos Farmacéuticos
Los productos farmacéuticos también vienen cayendo a raíz del aumento del precio del dólar. Desde el mes de septiembre, las importaciones han caído -26,1% y se ubicaron en diciembre en 116,6 millones de dólares.
Específicamente han caído las preparaciones para afeitar o para antes y después del afeitado, desodorantes corporales, preparaciones para el baño, depilatorios y demás preparaciones de perfumería, de tocador o de cosmética. También artículos de limpieza para el hogar como detergentes, blanqueadores y jabones. En la categoría de salud se ve una importante disminución en la importación de medicamentos a la ciudad de Bogotá.
De forma contraria, el gasto en medicinas creció 15,8% en 2014, con respecto a 2013. Julio, octubre, noviembre y diciembre fueron los meses donde se presentó el mayor gasto de estos bienes. Esto es especialmente importante teniendo en cuenta que una gran proporción de los medicamentos consumidos son importados.
Aparatos de uso doméstico
Los aparatos de uso doméstico registraron importaciones por valor de 36,4 millones de dólares en diciembre 47,3% menos que el reporte de julio cuando se trajeron a la ciudad mercancías de este tipo por 69 millones de dólares.
En general los aparatos de uso doméstico como televisores, teléfonos, grabadoras, radios, cámaras digitales, etc, han caído en el nivel de importaciones, pero de forma más tardía pues esta disminución comenzó en el mes de noviembre.
Dentro de los aparatos de uso doméstico están las herramientas y útiles como los exprimidores, batidoras, molinos, máquinas para mondar y cortar frutas, abrelatas, descorchador, prensa manual de hierro para alimentos, los cuales se importaron menos. Finalmente las estufas, lavadoras y refrigeradores, también vieron minadas sus importaciones
Por otro lado, el gasto de los hogares aumentó en cada uno de los subgrupos señalados, jalonado por las políticas comerciales de los establecimientos donde las promociones y facilidades de pago están a la orden del día. El consumo de estos bienes, además está muy relacionado con la temporada, prueba de ello es que por ejemplo, en diciembre se disparó el gasto de estos productos.
El hecho de que las importaciones hayan disminuido pero el gasto se mantenga al alza, está relacionado con un análisis que realiza la firma especializada Raddar Consumer Knowledge Group, que ha manifestado que la nueva coyuntura cambiaria, más que cambiar las preferencias de consumo, define un nuevo entorno de compras. En primer lugar las categorías mayormente importadas como vehículos, electrodomésticos y celulares presentaran un aumento de precios en todo el renglón y no solo en unos productos o marcas. La segunda razón para el nuevo entorno de compras es el efecto que tendrá la coyuntura actual en la industria nacional, que verá la oportunidad de retomar mercado, exportar más, demandar más empleos, y en general recuperarse. De esta manera la industria local tendrá toda la oportunidad de copar esos espacios con productos que no tendrán alzas tan altas y podrán salir de la guerra de descuentos implantada en casi todo el 2014. El comprador actuará de forma racional y mirando precios, tomará decisiones según sus gustos y capacidad de compra.[2]
Según el Ministerio de Hacienda, los consumidores están teniendo una renovada preferencia por los productos nacionales lo que es bueno para la industria y el empleo. Algunos productos importados según la ANDI se han encarecido hasta un 30% y esto ha obligado a las grandes superficies a abastecerse con proveedores locales.
Análisis por niveles de ingreso de los hogares
En Bogotá, los grupos que más participan en el gasto de los hogares de ingresos bajos son: alimentos (42,9%), vivienda (26,3%) y transporte y comunicaciones (9,4%), mientras que para los hogares de ingresos altos, los grupos más representativos son: transporte y comunicaciones (25,5%), vivienda (23,3%) y gastos varios (16,6%).
Con estos resultados es fácil inferir que el aumento en el precio de los vehículos importados ha afectado y afectará más a los consumidores pertenecientes a hogares de ingresos altos, quienes son los que más compran este tipo de bienes. De la misma manera, los bienes catalogados dentro de gastos varios pesan el 16,6% en el gasto de los hogares de ingresos altos (tercer grupo de importancia). Es por esta razón que los productos de higiene corporal como preparaciones para afeitar, desodorantes corporales, preparaciones para el baño y depilatorios – que hacen parte de este grupo – afectarían más a los hogares de mayores ingresos.
El grupo salud, que incluye el gasto en medicinas y aparatos ortopédicos, pesa más en los ingresos bajos que en los altos (6,0% y 4,3% respectivamente).
El grupo cultura, diversión y esparcimiento pesa en el gasto de los hogares de ingresos altos 4,6% y en las familias de menores ingresos 1,4%, aunque dada la heterogeneidad de estos productos de cultura en cuanto a las marcas, tecnología, servicios, etc, no es evidente inferir a qué grupo de gasto afectará más. Los televisores, equipos y cámaras presentan modelos y referencias para todo grupo de gasto.
Tomando como referencia los tres productos que hemos usado de análisis, en los hogares de ingresos bajos aumenta la variación de los precios de cada uno de los tres productos – vehículos, lavadoras y medicinas, pero también aumenta el gasto real. Esto quiere decir que pese a los aumentos de precio, vienen comprando este tipo de productos. En vehículos y lavadoras, es claro que en este aumento de gasto, impacta el formato de promociones y ofertas, facilitadas por los establecimientos de comercio, los cuales han sido muy efectivos a la hora de enganchar el cliente con facilidades de pago.
En los hogares de ingreso alto, sucede algo similar, aunque por supuesto el valor de las compras de estos bienes finales sea más alto en este grupo de ingreso.
Parece que la diferencia principal radica en las marcas y modelos ofrecidos en el mercado, al menos en lo relacionado con los vehículos y las lavadoras. Dado el volumen de compras y su capacidad de gasto los hogares de ingresos altos, aprovechando las facilidades de crédito, optaron por vehículos de gama media y alta, mientras que los hogares de ingresos bajos cuyas compras de carros apenas son el 0,9% del gasto total, adquirieron vehículos de baja gama o motocicletas.
El análisis de 2014, muestra que la transmisión del aumento de precios apenas se está dando, al igual que el nuevo entorno de compras expresado por Raddar. Esto lo evidenciamos en las cifras de enero sobre el comportamiento del comercio al por menor, reportadas por el DANE. Luego de que las ventas del comercio en Bogotá crecieran 6,2% en noviembre y 7,7% en diciembre, en el primer mes de 2015 se registró una desaceleración, que muestra un crecimiento solo del 2,2% en la capital. Según el DANE, el débil crecimiento de las ventas experimentado en enero, fue producto de la disminución en la venta de vehículos. La devaluación del peso colombiano y un menor inventario en los concesionarios explican esta dinámica. Según el informe del sector automotor, en Bogotá se matricularon 7.516 carros nuevos en enero, lo que significa una disminución de -54,5% con respecto a diciembre de 2014, donde se cerraron los negocios del XIV salón Internacional del Automóvil.
Es precipitado decir qué sucederá, pues un impacto reducido de la devaluación del peso en el consumo de los hogares, dependerá en buena medida de la reactivación de la industria nacional, la cual pese a que en algunas ramas se ve afectada por el mayor precio de sus insumos y maquinarias de origen importado, debe aprovechar la coyuntura cambiaria para fortalecerse en el mercado interno. En este orden de ideas, más que en las ventas, las alertas están puestas en el personal ocupado del sector comercio, pues según la GEIH, los ocupados en esta rama cayeron 5% en el trimestre móvil noviembre – enero, con respecto a igual periodo de 2013.
Conclusiones
Según los analistas, el aumento del dólar es un fenómeno económico que va a perdurar durante todo el 2015, año en el que se verán más afectadas las importaciones y el comercio de bienes de consumo final. En el análisis realizado hasta diciembre de 2014 se empiezan a ver algunos efectos de la coyuntura económica, pero es apenas incipiente, teniendo en cuenta que según Raddar, en Colombia la devaluación se demora en transferirse a precios aproximadamente 4 meses.
El análisis realizado muestra que se ha presentado un aumento de precios en los bienes de consumo final, pero el gasto nominal y real ha crecido a lo largo de 2014. Esta situación se explica principalmente por el efecto de promociones y facilidades de pago, políticas que caracterizaron al sector comercial, durante todo el año pasado.
El entorno macroeconómico vigente, revela una oportunidad para los empresarios nacionales y de la capital de la República. Por un lado la devaluación del peso presenta un alivio para los exportadores, que vieron disminuidas sus ganancias durante muchos años, ante la pasada revaluación. Se espera entonces que se exporte más, tanto en el país como en Bogotá y que el fortalecimiento de esta actividad, redunde en mayor producción y empleo. De la misma manera, se espera que el encarecimiento de los productos importados sea un incentivo para el consumo de bienes finales nacionales. Esto dependerá, de la calidad de los productos y la diversificación de modelos en grupos como el vestuario, el calzado, el ensamble de vehículos, etc.
Los hogares de ingresos altos y bajos registran un efecto similar, en el impacto de la devaluación del peso y su incidencia en el encarecimiento de las importaciones, pues los productos analizados aumentan sus precios para los dos niveles de ingreso y también se incrementa el gasto real en dichos productos. En este sentido, por ejemplo, mientras que la devaluación impacta el gasto de los hogares más ricos, los hogares más pobres, se ven afectados, en mayor proporción, por el encarecimiento de los medicamentos importados.
[1] Diario La República. “Peso colombiano, el más devaluado de América Latina por el dólar alto”. 11 de diciembre de 2014
[2] Periódico Portafolio. Columna de opinión Camilo Herrera “Nuevo entorno de compras”. 20 de enero de 2015
Desde julio de 2014, se ha presentado una tendencia a la devaluación del peso en Colombia después de aproximadamente seis años de revaluación continua. El dólar en nuestro país alcanzó los $2.344 pesos en diciembre y en marzo de 2015 logró los $2.678 cifra que no se alcanzaba desde marzo de 2004.